
Entré a la fiesta y no conocía a nadie, imagináte. Me fui hacia un costado y de modo canchero pero retraído me serví un trago. El licor todavía lubricaba mi garganta cuando de repente, así, de la nada, te me acercaste y me dijiste que me conocías. Yo sonreí y te dije: “¿De dónde?” En ese momento me dijiste que yo no te conocía y que pronto te ibas a dar a conocer. Intrigado, te hice una mueca de interrogación y te pregunté: ¿Qué sueños tenés? -¿Sueños?-dijiste -”Sí, cuáles son?-apuré. Vos te agarraste un mechón de pelo y revolviéndolo, contestaste: “No sé...”Dejé el vaso y me fuí a mi casa.